"Estábamos tan hartos de los bombardeos, rabiosos y nerviosos, que quise representar en algunos de mis cuadros los momentos de la guerra, de lo bombardeos: una madre loca, la criatura despanzurrada, cristales rotos... Una diatriba contra los bombardeos, contra aquella masacre de que éramos objeto."
Ramón Calsina (1901-1992), fue un pintor y dibujante nacido en el barrio, que no se quiso vender a los géneros de moda. Los críticos de la época reconocían su oficio pero no entendían ese “naturalismo onírico”. En la Estafeta Literaria de Madrid se podía leer a propósito de una exposición en 1958: “El día en que…abandone su sofisticada postura de crítico social podrá ganar los puestos que le pertenecen, entre la rica y densa producción artística catalana de hoy, entre el arte español contemporáneo.” Calsina nació en la panadería que su familia tenía en la calle Castanys, en frente del mercado de la Unión, tuvo una infancia modesta, y como recordaba él, “triste”, pronto alternaría trabajo y estudios en la Llotja. Desarrolla un estilo personal, que hoy sería considerado más actual de lo que lo fue en su tiempo. Muestra un mundo interior de personajes con caras de muñeco que deambulan, corren, se espantan, se observan, protagonistas de un incomprensible sueño, casi siempre dentro de un paisaje urbano donde se reconoce Poblenou, sus terrados, con aquellos globos aerostáticos que vio de pequeño, y del aquel "skyline" del depósito del Gas y de la Torre de las Aguas.